Ya casi una tradición, nuestro fin de año es agitado. “Costumbres argentinas”. Y el fútbol no es la excepción. Por un lado, la megadevaluación de esta última semana fortalecerá el éxodo de los mejores. River no solo parece listo para perder a su mejor jugador, el volante uruguayo Nicolás De la Cruz, por quien Flamengo (ya no un club europeo, sino uno brasileño) pagará 16 millones de dólares. Sino que también podría perder al “Diablito” Echeverry, de apenas 17 años, y, según admitió el DT Xavi, ya bajo la mira de un Barcelona que está en plena crisis.
Por otro lado, el nuevo gobierno de Javier Milei incluirá su proyecto de Clubes SA en el decreto que se conocería este mismo lunes. Los clubes ratificaron en los últimos tiempos dentro de sus propios Estatutos su decisión de seguir siendo Asociaciones Civiles en manos de los socios. Pero habrá que ver cómo resisten esta nueva crisis. De qué modo resuelven tarifas de servicios que subirán y que además ya no tendrían subsidios. ¿Se tentarán los clubes más frágiles cuando aparezcan ofertas árabes, asiáticas, de magnates, fondos de inversión que se interesen por el fútbol del país campeón mundial al que inevitablemente podrían comprar por dos pesos? Se vienen tiempos calientes.
El embate del nuevo gobierno por el fútbol queda expresado con las elecciones de Boca. El ex presidente Mauricio Macri explotando todas sus influencias para judicializar unos comicios que seguían siendo inciertos hasta horas antes de una votación que fue postergada varias veces y está prevista para mañana, con posible asistencia del presidente Milei, que también intervino en el proceso. ¿Por qué interesará tanto el fútbol, Boca, manejar al club más popular del fútbol argentino? No es solo por el fútbol, está claro.